¿Qué es una ciudad circular?

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Ciudades y economía circular

El término economía circular está en boca de todos, pues cada vez es mayor la preocupación por el medio ambiente y la supervivencia de nuestros ecosistemas. Pero el término, también se ha extendido a lo que se conoce como Ciudad Circular. ¿De qué estamos hablando? ¿Qué es una ciudad circular?

Como ya os hemos comentado en otras ocasiones, los tradicionales sistemas de producción y modelos económicos se están quedando obsoletos. Desde varias regiones del mundo, y sobre todo desde la Unión Europea, se está haciendo hincapié en la denominada economía circular, es decir, en la sosteniblidad de los sistemas de producción, de modo que los recursos que no sean necesarios, se puedan reutilizar o volver a insertarse en los ecosistemas naturales de los que provienen.

En la economía circular no se deshecha nada, todo tiene un segundo uso, y los residuos que generamos volverán a formar parte de la Naturaleza de la que salieron. Puedes saber más sobre este tema, en nuestra sección: Economía Circular.

Así pues, esta misma idea de economía circular, también se puede extrapolar a toda una ciudad. De modo que tendremos ciudades sostenibles y auto abastecidas, es lo que se ha venido a llamar como ciudad circular.

Hace poco, el diario El Mundo, se hacía eco de una interesante noticia que tenía que ver con una de las primeras ciudades circulares del mundo, se trata de la ciudad británica de Peterborough.

Con más de 150.000 habitantes, esta ciudad ya ha ganado importantes menciones internacionales, compitiendo directamente con otras ciudades circulares como pueden ser Bristol (una de las ciudades más cosmopolita de Reino Unido), Nueva York, Glasgow o Toronto.

La medición de la circularidad de una ciudad o economía, se suele medir en una serie de indicadores, conocidos coloquialmente como las 5r del reciclaje. A saber, estos siete indicadores hacen referencia a la capacidad de la ciudad para:

  • Reciclar
  • Reducir
  • Reutilizar
  • Recuperar
  • Reparar

La idea que subyace de las ciudades circulares, es que éstas abandonen el tradicional sistema de «producir, usar y tirar» y adopten las premisas de la economía circular. Esto, lógicamente, conlleva un proceso de rediseño de las estructuras básicas de la economía, es decir, un pensamiento completamente nuevo que rediseñará las estructuras establecidas y que, hoy en día, han quedado obsoletas.

Los cambios en la ciudad serán profundos y pasarán por todos los niveles, desde el propio diseño de la ciudad, como sus infraestructuras hasta los medios de transporte públicos. Obviamente, uno de los puntos más importantes en toda ciudad circular pasa por la construcción. Algo que se debe cuidar, y mucho, en la economía circular.

Por ejemplo, en países como el nuestro, la burbuja inmobiliaria provocó que muchas construcciones y estructuras de edificios quedaran a medias, como una especie de residuo urbano que decoran las calles de muchas de nuestras ciudades. En Reino Unido, la construcción supone unos 400 millones de toneladas de residuos. Si todos estos residuos no fueran reutilizados de forma conveniente, la contaminación y el deterioro ambiental serían muy graves. En las ciudades circulares, todos estos residuos no se tratan de forma tradicional en vertederos o plantas de destrucción, sino que se vuelven a utilizar para otras construcciones o cualquier otro ámbito.

La conocida como obsolescencia programada, que implica que los fabricantes permiten que sus aparatos o utensilios terminen su vida útil demasiado pronto, es otro de los puntos sobre los que trabajan estas ciudades circulares. Por ejemplo en Toronto se crearon los Repari Cafes, lugares a los que los usuarios llevan sus utensilios rotos para que voluntarios se los puedan arreglar o al menos darles un nuevo uso. Este tipo de iniciativas ya ha llegado a varias ciudades circulares del resto del mundo, incluyendo Europa.

Steve Bowyer, director de Opportunity Peterborough, es uno de los grandes responsables de que ciudades como ésta sigan floreciendo y ayudando a implantar de forma definitiva la llamada economía circular: «Lo bueno de los procesos circulares es que permiten no sólo reducir el uso de recursos, sino crear valor añadido, reconstruir el tejido social y crear empleo. El reto es crear una auténtica economía regenerativa en la que todos salimos ganando».